Política de comercio exterior: caso Venezuela
El Mundo - Economía & Negocios, 11 de junio de 2010
Por Moisés Bittan.- La política exterior de Venezuela está regida por los fundamentos de la Constitución de 1999, que establece los principios de independencia e igualdad entre los estados, libre determinación y no intervención, solución pacífica de los conflictos, cooperación, respeto a los derechos humanos, solidaridad entre los pueblos y la democratización en la toma de decisiones en los organismos internacionales. Según nuestra Constitución, Venezuela también debe promover y consolidar la integración latinoamericana y caribeña, el desarme nuclear y el equilibrio ecológico. Estos son los fundamentos políticos que deben regir las políticas de integración en todos los ámbitos de nuestro pueblo. En la política exterior venezolana los recursos energéticos derivados de los hidrocarburos han dinamizado la participación de nuestro país en los escenarios internacionales, seguidos a considerable distancia por minerales como el hierro y el aluminio procesados en nuestras empresas. En ambos casos, y a veces de manera contraproducente, el papel del Estado en el procesamiento y comercialización de estos recursos ha sido preponderante y ocupa más de 95% de las divisas que generamos. Los enfoques que se pueden tener sobre el rol del Estado en estos rubros son muchos, pero todos coinciden en la imperiosa necesidad de atomizar las fuentes generadoras de divisas, y propiciar la integración comercial con los mercados internacionales. Fomentar las exportaciones no tradicionales, atraer el turismo extranjero, incentivar la inversión de capital foráneo son las principales fórmulas para ampliar la matriz generadora de divisas. Estas acciones a su vez expandirán las posibilidades de los venezolanos de disponer de más opciones de progreso. No debemos pasar por alto que no somos los únicos que desean atraer del exterior unas divisas que resultan escasas en la actual economía global. Nuestro desempeño doméstico dependerá de cuán bien sepamos atraer, reproducir y retener el interés de la comunidad internacional. Comercio internacional La importancia que tienen las relaciones internacionales en el campo comercial, político o cultural ha alcanzado, a escala mundial, un profundo significado, a tal grado que no se puede hablar tan solo de intercambio de bienes, sino de programas de integración. Las causas para que se produzca el comercio internacional son obvias: distribución irregular de recursos económicos y diferencia de precios, la cual a su vez se debe a la posibilidad de producir bienes de acuerdo con las necesidades y gustos del consumidor. El comercio internacional permite una mayor movilidad de los factores de producción entre países, dejando como consecuencia varias ventajas, entre las cuales tenemos: a) que cada país se especializa en aquellos productos donde tiene una mayor eficiencia, lo cual le permite utilizar mejor sus recursos productivos y elevar el nivel de vida de sus trabajadores; b) tendencia a la estabilidad de los precios; c) importación de aquellos bienes cuya producción interna no es suficiente o simplemente nula; d) la oferta de aquellos productos que exceden nuestro consumo a otros países; e) el equilibrio entre la escasez y el exceso; f) los movimientos de entrada y salida de mercancías dan paso a la balanza en el mercado internacional; g) y finalmente por medio de la balanza de pago se informa qué tipo de transacciones internacionales han llevado a cabo los residentes de una nación en un período dado. Caso Venezuela Debemos potenciar nuestra economía local para exaltar las bondades de los productos no tradicionales, buscando resaltar las ventajas competitivas hacia el mundo exterior; sin dejar de satisfacer las necesidades locales, es decir, sin descuidar el mercado interno. En tal caso, el Estado desempeña un papel fundamental para el apoyo de esta ardua labor conjuntamente con la participación de los entes privados y colectivos, sean industrias, empresas privadas, cooperativas, o personas naturales, de tal manera de poder recuperar nuestra participación en los mercados externos y traer riqueza y bienestar a nuestros ciudadanos. Se requiere de una política de comercio exterior con énfasis en la explotación de nuestras ventajas más que en nuestros deseos y empatías ideológicas, que estimule el desarrollo armónico del aparato productivo nacional, impulsando las ramas con mayores efectos multiplicadores sobre la producción, la inversión física, el empleo y el ingreso nacional. Existe una experiencia exitosa de exportación de productos no tradicionales con los países vecinos, que debemos profundizar gracias a los acuerdos con los bloques de integración económica como la Comunidad Andina de Naciones (CAN). En materia del patrón de cambio, hay que propiciar precios competitivos con nuestra paridad monetaria y en concordancia con los mercados internacionales de moneda extranjera; adicionalmente resulta imperativo que el marco jurídico y todos los entes involucrados en el sistema de administración de divisas garanticen también el impulso de las exportaciones no tradicionales.